Pongo la mente en blanco y pienso en nada. Quiero salir de esta obscuridad, pero no quiero. Este es uno de esos momentos en lo que menos quiero es que alguien me hable, que alguien me mire, que alguien me toque. Pero a la vez añoro, posar mi cabeza sobre el hombro de alguien. Pero me percato que no hay nadie, ni nada alrededor mío.
Vuelvo a cerrar los ojos, vuelvo a intentar ponerme de pie. Pero lo único que ocurre es poner mi mente en blanco.
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